A partir de 1926 y hasta el estallido de la Segunda Guerra Mundial, tiene Buenos Aires grandes años que contribuyen a madurar el gusto y a completar algunos sensibles vacíos. En 1926 se presenta una figura que será esencial: en 14 temporadas hasta 1952 se podrá gozar del arte del eminente Erich Kleiber en concierto y ópera. También se tuvo, por única vez, al gran Fritz Reiner en cuatro óperas de Wagner y una de Weber. Se estrenaron “Turandot” de Puccini, “Ollantay” de Gaito (fusión de técnica europea y elementos folclóricos). Y se conoció a dos grandes cantantes: Friedrich Schorr y Alexander Kipnis. La coreógrafa Bronislava Nijinska presentó “Bodas” de Stravinsky, “Cuadro campestre” de Gaito (primer ballet con música de compositor argentino estrenado en el Colón), “Alla y Lolly” de Prokofiev (sobre la Suite Escita).
Fue memorable la evocación del centenario de la muerte de Beethoven en 1927, ya que se estrenó la Misa Solemne y se dio por primera vez en forma integral la serie de nueve sinfonías. Y en manos de Kleiber. Otro gran director debutó: Clemens Krauss. Y un violinista virtuoso: Nathan Milstein. Se estrenó “EL Zar Saltan” de Rimsky-Korsakov. Se conoció la primera ópera de Stravinsky, “Le Rossignol”. Pero más relevante fue el estreno al año siguiente de su absoluta obra maestra,“La Consagración de la Primavera” (Eugen Szenkar). También se conocieron el “Poema del fuego” de Scriabin y “Le Martyre de Saint Sébastien” de Debussy, y de modo muy demorado (y en alemán) “Las bodas de Fígaro” de Mozart (hasta entonces sólo se había escuchado aquí “Don Giovanni”). El coreógrafo Boris Romanov estrenó “Pulcinella” de Stravinsky, su primera obra neoclásica.
En 1929 fue importante la unión de grandes creadores nuestros en el Grupo Renovación: Juan José y José María Castro, Juan Carlos Paz, Gilardo Gilardi y Jacobo Ficher, y luego Luis Gianneo, conformaron un grupo que duró hasta 1942 (aunque Paz luego se desvinculó). La presencia de Wanda Landowska implicó la resurrección del clave en nuestro medio. Obras de Kodály (Suite de “Háry János”) y Shostakovich (Primera sinfonía y Suite de “La nariz”) renovaron el panorama estético sinfónico. El gran estreno nacional fue “El Matrero” de Felipe Boero. La Compañía Rusa Opéra Privé de París estrenó en ruso “La leyenda de la ciudad invisible de Kitezh” y “La doncella de nieve” de Rimsky-Korsakov y “La feria de Sorochinsk” de Mussorgsky. Gran visita la de Ottorino Respighi, que estrenó su ópera “La campana sommersa”.
Pese al estallido de la revolución de Uriburu, fue lucida la presencia de Arthur Honegger en 1930, que estrenó un manojo de obras suyas, especialmente “Judith”. También interesó la venida de Alfredo Casella dirigiendo partituras de su autoría y de otros compositores. Se conocieron grandes intérpretes, como el violinista Jacques Thibaud, la pianista Guiomar Novaes, la soprano Elisabeth Schumann. Importantes estrenos, sobre todo por la Filarmónica de la A.P.O.: “Bolero” y “Dafnis y Cloe”, segunda suite, de Ravel; “Apollon Musagete” y Divertimento de “El beso del hada” de Stravinsky; “Cuadros de una exposición” de Mussorgsky-Ravel; “Psalmus Hungaricus” de Kodály; y en versión de concierto un importante aporte del inicio del Barroco: “Orfeo” de Monteverdi en la edición de Malipiero.
En 1931 dirige Ildebrando Pizzetti el estreno de su ópera “Fra Gherardo” y un concierto con obras suyas. Fue importante también conocer “Oedipus Rex” de Stravinsky dirigida por Ansermet. El gran Otto Klemperer hizo el ciclo integral de la Tetralogía wagneriana en alemán (ya no se aceptaba en italiano), con los estupendos Lauritz Melchior y Frida Leider. En 1932 Enrique Villegas estrenará el Concierto de Ravel, y como avance de una estética difícil, se conocieron tres fragmentos de “Wozzeck” de Berg. De especial trascendencia fue el debut en 1933 de Fritz Busch en el Colón, que tuvo a su cargo la temporada alemana; alternándose irregularmente con Kleiber, vendrá en otras ocho temporadas el gran animador del Festival de Glyndebourne, considerado el más importante mozartiano de su tiempo aunque también brilló en Wagner y Strauss.
año de grandes instrumentistas fue 1934, con la presencia del eximio violinista Jascha Heifetz y del gran pianista beethoveniano Wilhelm Kempff. Pero probablemente el máximo evento fue el estreno de “La Pasión según San Mateo” de J.S.Bach (Busch); los sucesivos estrenos de partituras bachianas serían ya irreversible tendencia en décadas subsiguientes. Admirables estrenos operísticos: “Alceste” de Gluck, “Arabella” de Strauss y nada menos que “Cosi fan tutte” de Mozart . Y la zarzuela volvió por sus fueros con la compañía de Moreno Torroba, que ofreció “Luisa Fernanda” y “La Chulapona” ( éxitos suyos) además de varias obras consagradas. En el repertorio italiano los años 30 están dominados por una figura excepcional: Claudia Muzio.
En demostración de la validez artística del medio radial, Radio El Mundo funda una orquesta que durante largos años hará aportes memorables, como los 65 conciertos que dirigió Juan José Castro entre 1935 y 1941 y la multitud de grandes figuras que actuaron con ella, como Manuel De Falla, Victor De Sabata, Alfred Cortot, el Cuarteto Lener, Heifetz, Yehudi Menuhin, Rubinstein, Claudio Arrau, Walter Gieseking y las mejores figuras argentinas. En su única temporada porteña el violinista Fritz Kreisler deleitó a nuestra capital . El Cuarteto Lener debutaría para luego volver en 1939, 1940, 1946 y 1948, temporada esta última donde presentó la integral de los cuartetos de Beethoven. Busch ofreció la impresionante revelación de la Misa en si menor de Bach. Se conocieron dos ballets valiosos: “Uirapurú” de Villalobos y “El Príncipe de madera” de Bartók.
Nada fue más importante en 1936 que la visita del más gran compositor de la música moderna de entonces: Igor Stravinsky. Dirigió varios ballets, estrenó “Perséphone” con Victoria Ocampo como recitante, y su hijo Sulima tocó el Concierto para piano y vientos y el Capricho para piano y orquesta. Padre e hijo estrenaron el Concierto y la Sonata para dos pianos. Grandes instrumentistas debutaron: el violinista Joseph Szigeti acompañado por Egon Petri; el violoncelista Emanuel Feuermann; el pianista Alfred Cortot; el arpista Nicanor Zabaleta. En ópera se conoció por fin una ópera de Rameau; la elegida fue “Castor et Pollux”. Los Niños Cantores de Viena visitaron Buenos Aires por primera vez; luego regresarán con regularidad. Y se conoció al notable Cuarteto Kolisch.
En 1937 nace Radio del Estado (luego Nacional) que a partir de 1948 formará una Orquesta Sinfónica de memorable trayectoria. Tras un antecedente en 1922, será en 1937 que se cree la Escuela de Opera del Teatro Colón, que todavía sigue funcionando con el nombre de Instituto Superior del Teatro Colón. Con la presencia de Franco Alfano, se estrenó su “Cyrano de Bergerac”. Y Kleiber dio a conocer “Ifigenia en Tauris” de Gluck. En lo sinfónico, ya Alberto Williams estrena su Séptima sinfonía y un joven de gran talento, Alberto Ginastera, la suite de “Panambí”.
En 1938, nuevamente un gran estreno bachiano: “La Pasión según San Juan” (Kleiber). Vuelve Monteverdi, esta vez con “L’incoronazione di Poppea” en la edición de Giacomo Benvenuti. Y se realiza el estreno sudamericano de “El rapto en el Serrallo” de Mozart (Kleiber). Se conoce a grandes cantantes como Elisabeth Rethberg y Herbert Janssen, y se da un memorable “Werther” con Georges Thill y la dirección de Albert Wolff, que seguirá ligado al Colón en numerosas temporadas.
La Segunda Guerra Mundial estalla en 1939 y ello se hará sentir a partir del año siguiente, pero todavía en esa temporada las condiciones de contratación no han cambiado. Lo más trascendente es el prolongado homenaje a Manuel De Falla (incluso el estreno mundial de sus “Homenajes”), ya que el ilustre español se había radicado en Argentina; con el propio Falla y el inestimable concurso de Juan José Castro se escucharon todas sus principales obras. Además, valiosas partituras de otros compositores de la Madre Patria. Entre 1939 y 1948 duró la Asociación Filarmónica de Buenos Aires dirigida por Juan José Castro, que presentó memorables estrenos: “Metamorfosis sinfónicas” de Hindemith; Suite de “El Teniente Kijé” de Prokofiev; Sinfonía en tres movimientos de Stravinsky; Música para cuerdas, percusión y celesta de Bartók. En ópera se estrenó en 1939 “Bizancio” de Panizza.
La guerra implicó que muchos artistas europeos no pudieran venir, pero igual que se vieron cosas importantes en 1940. Ante todo, retornó Toscanini, esta vez al mando de la Orquesta de la NBC. Ocho conciertos con obras del gran repertorio, y algunas obras valiosas y poco transitadas, como “Las Eólidas” de Franck, el Adagio de Barber o la Obertura de “Anacreonte” de Cherubini. Y apenas dos semanas después de la partida de Toscanini, llegó Leopold Stokowski con la All-American Youth Orchestra, con obras de repertorio pero también numerosas transcripciones del famoso director. Otros acontecimientos fueron dos importantes conjuntos de danza: el Ballet de Montecarlo, con varias coreografías valiosas de Massine y bailarinas como Alicia Markova y Rosella Hightower; y los Ballets Jooss, de estilo expresionista (“La mesa verde”). Y una nueva presencia de Villalobos estrenando obras suyas.
Al año siguiente se conoció al violinista Yehudi Menuhin, que retornará en esa capacidad en 1943, 1950 y 1975, y luego aun vendrá como director de orquesta. Fueron éstos años donde se aprecian los talentos de pianistas argentinos eminentes, como Marisa Regules, Lía Cimaglia-Espinosa, la entonces muy joven Pía Sebastiani, o Antonio De Raco. Resultó una buena temporada la de 1941 para la danza, ya que vino el American Ballet del gran coreógrafo George Balanchine . En 1942 una novedad de Richard Strauss importante, “Ariadna en Naxos”, fue lamentablemente cantada en italiano. Se conocieron en la temporada grandes cantantes como Leonard Warren y Rose Bampton. Y actuó el Original Ballet Russe del Coronel De Basil, con importantes estrenos de Massine y Lichine.
La gran soprano de Estados Unidos Helen Traubel brilló en 1943 como Isolda y Brunilda , y se estrenó “Armide” de Gluck. Juan Carlos Paz forma en 1944 la Agrupación Nueva Música, que durante largo tiempo hará conocer obras vanguardistas. Nacen en esos años de la guerra varias publicaciones de larga trayectoria y eficaz labor: Ars, Lyra y Polifonía. Luego vendrá Tribuna Musical (1965-82), que dirigí.
Quisiera mencionar unos pocos nombres de pedagogos que tuvieron gran influencia en nuestro medio. En piano, Jorge de Lalewicz y Vicente Scaramuzza; en violín, Ljerko Spiller; en estudios musicales, Erwin Leuchter, Ernesto Epstein, Johannes y Juan Pedro Franze, Guillermo Graetzer.